martes, 13 de agosto de 2013

Sueño de invierno

Me di cuenta de que finalmente... nada era un sueño.

Estabas ahí, junto a mí. Tan mía, tan besada, tan escrita. En el paisaje se asomaba por encima de ti una ventana húmeda. Fría. Como si faltara una excusa para abrazarnos y no soltarnos. No nos faltaba nada, pues nos teníamos. Yacías cansada pero hermosa. Complacida. No se escuchaba nada, salvo el canto de los pájaros mezclado con el concierto de las gotas que aún no se rendían, hipnotizaban. No podía dejar de mirarte así, tan expuesta, tan soñada, tan dormida. No podía creer que el mundo entero estaba afuera mientras nosotros adentro nos amábamos. Más allá de estar solos en aquella habitación, estábamos juntos, unidos. Te miraba y me preguntaba si estarías soñando o si simplemente morías un poco. Te miraba y miraba la sábana blanca que te cubría, que nos cubrió hasta el momento en que quise contemplarte de lejos para apreciar la totalidad de la obra de arte terminada, húmeda, y que por fuera era fría. Así transcurría el invierno. A eso le llamábamos vida...

Desperté, y me puse a escribir.  


2 comentarios: